LA COMPARSA DE LA SIRENA

Un atardecer, un hombre salió de la isla de Suriki, rumbo a Wat´ajata, para dormir en su hogar. Se quedó dormido en la balsa y en medio de la noche, vio que unas mujeres de polleras coloridas y unos hombres de poncho habían empezado a bailar junto a él, en su balsa. Ellos, tocando quena y bailando, llevaron la balsa a tierra y bajaron para armar su comparsa.

Uno de los bailarines se acercó al hombre, invitándolo a unirse al baile. El hombre perdió la razón y se puso a bailar, le dieron un pinquillo y un poncho, para que los acompañe en la danza durante toda la noche. El hombre quería retirarse, pero los demás no lo dejaban: esos bailarines eran sirenas, almas del lago Titicaca.

Al día siguiente, el hombre se despertó y vio que en lugar de un pinquillo estaba agarrando un palo de habas, y en lugar de un poncho, tenía algas alrededor del cuerpo. Estaba en su balsa, casi congelado con el frío. En Suriki dicen que si se aparece la sirena a un hombre, él puede quedar loco o enfermo, por eso no hay que pasar por el lago al atardecer.

Narrado por Valentín Cáceres Huanca en la Isla de Suriki (La Paz)

RELINCHIDOS Y PEZ DE FUEGO

Una vez cuando mi abuelo pescaba en el lago Tikan, justo a las 12 del mediodía, empezó a escuchar relinchidos de caballos, parecían diez más o menos, y en ese instante sacó del lago un pez con cola de fuego. Se asustó y salió corriendo hacia nuestra casa, mientras los caballos seguían corriendo a mitad de la laguna. En medio de su camino se encontró a mi tío y algunos parientes más. Ellos, al darse cuenta de la situación, también salieron corriendo.

Cuando llegaron a mi casa, nos contaron todo y mi abuelo asustado agradeció el haber llegado bien, porque los caballos podían haberlo comido o encantado para matarlo. También nos comentó que quizá todos los del pueblo ya se habían dado cuenta de los caballos, porque los relinchidos eran muy fuertes. Entonces fueron al lugar donde mi abuelo había dejado los pescados, y aunque en el lago no había ya nada, en la arena se podían ver huellas de caballos y el pescado con cola de fuego seguía ahí. Todos se dieron cuenta de que eso era una señal maligna. Desde entonces al Tikan le dicen “Canchón de caballos”.

Narrado por Celestino Choque de la Isla del Sol (La Paz)

DE LAS HUELLAS DEL INCA

Desde tiempos lejanos al nuestro cuentan que el Inca trajo agua desde el Cusco, atravesando selvas y desiertos. Encontró agua por debajo de los cerros y también en un pequeño riachuelo. Después del gran diluvio que inundó varios lugares, hubo un río que aumentó de tamaño en gran cantidad, consagrándose como el más imponente entre todos. El inca unió las aguas, desde las cristalinas hasta las aguas estancadas de algunos cerros nevados, consiguiendo que el Cusco y Copacabana sean solo uno.

En la región de Ch’alla, el inca encontró un cerro de oro puro, alzó su honda y empezó a arrojar el oro hacia el lago. Ese cerro se consideraba demasiado peligroso, ya que cuando una persona o algún animal pasaba por ahí, moría. Del cerro bajaban unos escalones que llevaban a una profundidad inmensa. Los pocos que accedían al cerro, eran los que lograban ver la unión y majestuosidad de dos partes juntas al fin.

Narrado por Ignacio Quispe de la Isla del Sol (La Paz)

CRIATURAS DE LA LAGUNA

Existía antes una hermosa laguna que estaba situada alrededor de un pueblo. Se contaba en aquel lugar que una sirena se había llevado a un hombre y que desde entonces él vivía en la laguna. 

Un día en el pueblo se hizo una fiesta, a la que asistió un hombre desconocido. Él hablaba solo y decía: “Yo antes vivía en esta tierra y participaba en fiestas, como estas personas.” Al escucharlo, los pobladores le preguntaron el porqué de sus palabras. Entonces él les explicó que se había ido hace mucho del pueblo, que vivía debajo de la tierra bajo cubierta por la laguna. También dijo tener familia que vivía allí con él, que estaba sentenciado a quedarse en esa laguna y que si escapaba podrían haber catastróficas consecuencias para el pueblo. 

Las personas sorprendidas le preguntaron cómo había logrado salir de aquel lugar. Él les explicó que las criaturas que habitan en la laguna se habían marchado a un lugar llamado Tabuso y en su ausencia había podido escapar, les advirtió también que si las criaturas no regresaban era posible que la laguna se secase.

Ante esto, las personas prefirieron mantenerse a salvo expulsando para siempre a estas criaturas. Para ello el sacerdote del pueblo bendijo la laguna y aquellas criaturas no volvieron. La laguna perdió la belleza que tenía, fue secándose poco a poco y no volvió a ser la misma.

Narrada por Ascencia Carai Araja, de Yotaú (Santa Cruz)

CUANDO REVENTÓ EL MAR

Lo que ellos cuentan es como sigue: en tiempos antiguos este mundo estuvo en peligro de desaparecer. Un llama macho que pastaba en una montaña con excelente yerba, sabía que la Madre Lago hacía deseado desbordarse, caer como catarata. Este llama entristeció; se quejaba: “in, in” diciendo, lloraba, y no comía. El dueño del llama muy enojado, lo golpeó con una coronta de choclo: “Come, perro ―le dijo―, tú descansas sobre la mejor yerba”. Entonces el llama, hablando como si fuera un hombre, le dijo: “Ten mucho en cuenta y recuerda lo que voy a decirte ahora: de aquí a cinco días, el gran lago ha de llegar y todo el mundo acabará”, así dijo, hablando. Y el dueño quedó espantado; le creyó. “Iremos a cualquier sitio para escapar. Vamos a la montaña Huillcacoto, allí hemos de salvarnos; lleven comida para cinco días”, ordenó, dijo. Y así, desde ese instante, el hombre se echó a caminar, llevando a su familia y al llama. Cuando estaba a punto de llegar al cerro Huillcacoto, encontró que todos los animales estaban reunidos: el puma, el zorro, el huanaco, el cóndor, todas las especies de animales. Y apenas hubo llegado el hombre, el agua empezó a caer en cataratas; entonces allí, apretándose mucho, estuvieron hombres y animales de todas partes, en el cerro de Huillcacoto, en un pequeño espacio, solo en la punta, hasta donde el agua no pudo alcanzar. Pero el agua logró tocar el extremo del rabo del zorro y lo mojó, por eso quedó ennegrecido. Y cumplidos los cinco días, el agua empezó a descender, se secó; y la parte seca creció; el mar se retiró más, y retirándose y secándose mató a todos los hombres. Solo ese de la montaña vivió y con él volvió a aumentar la gente, y por él existe el hombre hasta hoy. Y nosotros bendecimos esta narración ahora; los cristianos bendecimos ese tiempo del diluvio, tal como ellos narran y bendicen la forma en que pudieron salvarse, en la montaña Huillcacoto.

En Dioses y hombres de Huarochiri, relato quechua del s. XVI

LA VACA DE ORO

Se dice que allá en Wiñay Marka hubo un diluvio que inundó totalmente el lugar. Antes de que la tragedia pasara, era un pueblo con características sorprendentes: tenía plazas, parques y paisajes hermosos, pero lo que sobresalía era una iglesia muy grande, en cuya cúspide había una torre con una campana. Esta iglesia era lo más importante que tenía Wiñay Marka. Cuando el diluvio hizo que todo el pueblo esté bajo el agua, tan solo quedó ilesa la torre con la campana, que sonaba al medio día. Todo ya se había convertido en un gran lago.

Pasaron los años y cierta vez que un barco a vapor navegaba por ahí, escuchó el sonar de la campana. El barco se acercó al lugar de donde provenía el sonido y se encontró con la torre en cuya punta había una vaca de oro que llamó la atención de los tripulantes. Ellos la enlazaron con una soga para agarrársela, pero el agua hundió al barco y todos los navegantes murieron. Ahora el barco está ahí abajo, con el pueblo. Se dice que es un pueblo fantasma y que aún se escucha el sonar de una campana, señal de que ningún barco debe acercarse a ese lugar.

Narrado por Juan Quispe Mendoza de la Isla del  Sol (La Paz)

DE CÓMO SE POBLÓ EL MUNDO DESDE LOS ANTIS

Los Antis eran descendientes de los mallcus y de los umantos. De ahí proviene el nombre de los Andes, debido a que los españoles no podían pronunciar “Antis”.

Esta primera sociedad descendió de los cóndores y de los peces, por eso se piensa en muchos lugares que era gente alada. Estos hombres pues, surgieron del agua y del aire, como Manco Cápac y Mama Ojllo que surgieron del lago a la Isla del Sol. Los Antis se expandieron desde Murata hasta Ecuador, pasando por Perú, en toda serranía. Desde ahí se ha poblado toda América.

Narrado en Charazani (La Paz)